¿Qué realidad deseas?
- Ixchel López

- 28 abr
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 may
- ¿Qué realidad te gustaría conocer? -. Un infomercial con colores brillantes y la voz casi robótica interrumpió los pensamientos de Carlos quien divagaba entre canciones. No le gustaba ver la televisión, la encendía cuando se sentía solo, odiaba estarlo y tener voces en el fondo de la habitación lo apaciguaba.
Apagó el dispositivo y pensó que por eso las personas ahora reniegan de la televisión abierta; a decir verdad, Carlos es un adolescente bastante incrédulo, no toleraba cualquier pizca de idiotez y la frase que había escuchado parecía un comercial de motivación para personas manipulables a las que les quieren ensartar productos, aunque se fijó que era de una famosa casa de experimentos, personas que trabajan con nuevas tecnologías todo el tiempo.
Al recordar la frase y analizarla meditó ante todos sus cuestionamientos.
- Ese estúpido comercial, no sé a qué se refiere con eso, ¡Deseo muchas realidades! me gustaría que mi padre viviera, saber qué hacer con mi vida, me gustaría ser mejor, incluso cambiar algún evento del tiempo-.
Esto último le dejó pensando, después de unos minutos dándole vuelta al asunto decidió que, si ahora él dormía inquieto por el cuestionamiento, lo compartiría con su mejor amigo, Eduardo y le envió un mensaje repitiendo aquella frase que acababa de escuchar de la televisión.
Carlos y Eduardo eran muy cercanos, llevan casi 12 años de amistad; se conocieron a los 5 años cuando sus respectivas madres decidieron que iban a ser amigas porque eran vecinas y llevaban juntas a sus hijos a la escuela; luego de 5 años Eduardo y su familia se mudaron de colonia, pero esta situación no propició que los amigos se dejaran de ver y compartieran su más grande afinidad; la historia.
-Acabo de escuchar un comercial en la tele-. Le escribió Carlos.
-¿Por qué ves la tele?-. Contestó Eduardo.
-Eso no importa- tecleaba rápido por la emoción de lo que preguntaría- mencionó la siguiente frase:
“¿Qué es lo que deseas?”
-¿Y?- Eduardo quedó perplejo por la importancia que le estaba dando su amigo a lo que seguramente era un anuncio para cuarentones.
-Pues, que, quería preguntarte qué contestarías a eso, si pudieras tener lo que quisieras, ¿Qué desearías? -
-La verdad no sé, ropa nueva tal vez-
-Eres nada creativo, pudiendo tener mucho dinero, vivir donde tu quieras, incluso estar en otro periodo de la historia, ¿Pedirías ropa? -.
-Bueno, es mi deseo y así lo quiero. - contestó en modo de vacile- y ya déjame dormir que mañana despierto temprano. –
-Está bien, está bien, solo dime, ¿qué evento histórico cambiarías?
-Me gustaría cambiar la llegada de los españoles a América- ¿Y tú?
-Yo creo que comparto eso contigo, no sé de qué manera nuestras vidas serían diferentes hoy.
Días después de esta conversación los amigos se encontraron en casa de Carlos, quien salió a recibir a Eduardo al patio, pues llovía y este no llevaba paraguas.
-Ven, ¡ya métete! Ya va a comenzar la serie.
En la habitación de Carlos, se quitaron los zapatos y las chamarras, encendieron la televisión y se dispusieron a poner atención.
De repente otra vez ese horrible infomercial.
-¿Con qué realidad sueñas? Está más cerca de lo que piensas; Para destapar tu utopía preferida, deberás resolver el siguiente planteamiento:
¿Qué es aquello que forma al triángulo, divide a la letra “I” en enteros y representa a los tiempos? -
Los amigos se miraron confundidos, mas nunca huyen de los acertijos.
-El triángulo está formado por líneas. -
-¿Cómo algo va a dividir a la letra "I"?- pensó Eduardo aunque se confundió más al pensar en los tiempos- ¿cuáles tiempos?
-La letra "I" es la novena letra del abecedario, si dividimos 9 en enteros nos da como resultado el número 3.
-¡Claro!, el triángulo tiene 3 lados y los tiempos son pasado, presente y futuro.
La voz de la televisión parecía haber estado esperando su respuesta y tras unos segundos escucharon:
-La respuesta es correcta.
Y como algo inexplicable se encontraban en otro lugar, ciertamente, diferente. A primera vista solo veían árboles frutales y tierra, parecía una selva, pero no estaban seguros.
-¿Qué diablos pasó?- preguntó ansioso Carlos.
-No sé tonto, tengo la misma información que tú- le contestó Eduardo.
-Hay que caminar, para ver si encontramos algo.-
-De acuerdo, segundo eso.-
Los amigos se encontraban pensativos, sin explicaciones, no entendían lo que acababa de ocurrir; solo intuían que tal vez en la televisión estaba la respuesta.
Supusieron estar en algún estado mexicano que colinda con el golfo, pues era visible el mar, era Veracruz o Tabasco, tal vez Campeche.
Caminaron horas para poder ver alguna señal de vida, era una especie de tribu o aldea, no sabían con exactitud.
Al entrar en contacto con ellos quedaron confundidos, claramente no hablaban español, era un idioma de esos que solo habían visto en los libros, comprendieron sin tanta complicación de quiénes se trataban.
A pesar de la división en el idioma, los nativos fueron amables y los recibieron, incluso pensaron que eran dioses, por la vestimenta y su aspecto.
Entre ellos había una nativa que llamó la atención de ambos y al tratar de comunicarse con ella notaron que a diferencia de los demás les entendía o trataba de hacerlo y no los adoraba.
Ella tenía una piel morena, sus labios eran gruesos y poseía unos ojos rasgados que le fascinaron a Carlos, junto a Eduardo le enseñaron algunas cosas de su época y aprendieron más sobre el idioma de ella.
Los 3 se volvieron muy cercanos y al pasar los días la nativa les expresó que su familia vivía reprimida por las fuerzas de otra tribu a quienes llamaban aztecas. Querían ayudarla así que idearon un plan durante meses, buscaron aliarse con otros pueblos y juntos se revelaron en contra del saqueador; el emperador Cuauhtémoc.
Una noche tomaron Tenochtitlán.
Sin embargo, luego de acabar con el último tlatoani, las tribus no podían llegar a acuerdos para establecer un solo poder, empezaron a atacarse entre ellos, negaron la jerarquía y cada tribu defendía su superioridad; los niños y niñas se escondían, las mujeres eran golpeadas y violadas, y los hombres aparecían muertos por montones. La comida escaseaba, ya nadie trabajaba, todos se ocupaban en sobrevivir.
Carlos y Eduardo no podían creer aquello de lo que habían sido parte, habían acabado con la ciudad que conocieron, sobre todo, acabaron con las esperanzas de la indígena a la que habían prometido cuidar, ya no tenía un hogar, su familia había muerto y ella estaba por escapar.
En medio de lo que parecía un ataque más Eduardo se percató de un árbol, le pareció haber visto que desapareció por un segundo, se acercó y colocó su mano sobre de este, lo atravesó.
Y entonces reaccionó, recordó cómo había llegado con Eduardo y toda su vida antes de esto.
El mundo en el que habían estado por meses empezó a desvanecerse y salió corriendo a donde Carlos temiendo ya no verle más.
Cuando por fin dio con él, lo vio de rodillas, con la vista perdida hacia el piso, llorando. Empezó a gritar:
-¡Carlos! esta no es la realidad, tenemos que volver ya, solo hay que…-
-Estaba aquí, con ella, y de repente se esfumó y ahora ya no existe- Decía entre lágrimas su amigo.
-Por favor, Carlos, vámonos ahora mismo, todo lo que vivimos fue una ilusión, solo tienes que decir la respuesta al acertijo.
- ¿El número 3?-.
Al instante, los 2 amigos volvieron de su transe, estaban de vuelta en casa de Carlos, todo parecía igual al día que se fueron, las cosas de Carlos estaban en el piso, sus botas incluso seguían mojadas.
-¿Estás viendo eso?, mis botas, están mojadas como el día que llegaste, estaba lloviendo, salí a recibirte-
-No puede ser, busca tu celular-
-Absolutamente, es 1 de febrero de 2025.-
-Imposible, seguimos en el mismo día. -
-Aquí no pasó el tiempo, si es la misma hora, entonces mi madre está a punto de entrar por esa puerta. –
En la puerta principal se escucharon unos golpes.
-¡Hola, ya llegué!, les traje unos tacos; cuéntenme, ¿Qué hicieron?-







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